Buenas. Hacía demasiado tiempo, lo siento.
Vista la fecha, puedo asumir que sabéis qué ha pasado (está pasando) con los incendios este año. En León... no hace falta que lo explique.
Uno de los muchos problemas del incendio de Molezuelas de la Carballeda cuando llegó a Castrocalbón fue que se llevó por delante -logicamente- la torre repetidora y ¿adivináis qué zona se quedó sin ningún tipo de servicio de comunicaciones durante dos días (porque obviamente las prioridades eran -y siguen siendo otras-). Una única torre hizo caer totalmente el sistema. Con el fuego creciendo por todas partes y carreteras cortadas no se podía avisar por teléfono o internet de en qué estado estaban las cosas o las personas... ¿O sí?
Porque resulta que hace tiempo, en esos nebulosos tiempos prehistóricos de antes de la pandemia, había un proyecto de expansión de internet por los pueblos que no se basaba en los operadores, el sistema Wimax.
¿Alguien lo recuerda? Lo simplifico, en esencia consiste en antenas wi-fi, pero en vez de repartir la potencia de manera equivalente en todas direcciones las antenas son direccionales y se comunican una con la otra -con la que está alineada- a largas distancias necesitando una potencia de emisión bastante baja; además, al menos cuando estuve trabajando con estos proyectos, era simétrica, cosa que no era habitual en las conexiones comerciales.
Eso permitía expandir redes de conexión sin necesidad de estirar la red de cable y lo único que necesitaba era que alguno de los nodos tuviera acceso a internet (por ahí siempre pasamos por los operadores, no hay nada que hacer... a menos que contrates ancho de banda en un Centro de Datos, pero eso es otra guerra).
Con esa solución se montó una red en pequeños pueblos que lanzó las conexiones a partir de los espacios donde pasaban consulta -el día que tocaba- los médicos y se añadía una pequeña antena wi-fi que permitía a los médicos y a quien estuviera allí cerca conectarse. Protegida con contraseña porque era para la gente del pueblo, no para cualquiera que pasara por allí, no especialmente potente, pero funcional y útil.
Y cuando todo cayó, como esta vez seguía habiendo electricidad (al menos por el momento) esa red seguía funcionando. Y siguió funcionando durante todo el tiempo hasta que se reparó la torre.
Lamentablemente, en vez de dejarla para comunicaciones necesarias, todo el mundo quiso tirar de esa línea, bastante más limitada en ancho de banda y, claro, todo lo que no sea videollamada no se usa y de vez en cuando se paraba. Creo que se llama Ataque de Denegación de Servicio o simple sobrecarga. Cuando paraban se rearmaba y seguía activa.
Cuando en su momento planteábamos esos proyectos y los proponíamos, se reían de nosotros, como cuando sugeríamos fuentes de potencia de emergencia con placas solares o pequeños ventiladores que cargaran baterías por si caía la alimentación general. Eramos alarmistas, buscábamos complicaciones y éste era el mejor de los mundos posibles, todo era perfecto y no hacía falta saber nada, únicamente comprar el servicio que era más fácil. Las redes centralizadas mejoraban la vida de todo el mundo, las distribuidas sólo la complicaban innecesariamente.
Cuando llegó el apagón (durante el cual también siguió funcionando la red wimax) y cuando vimos demasiado cerca la puerta del Infierno (aunque hayamos tenido suerte por ahora) esas tonterías y ridiculeces que pensábamos siguieron de pie y mucha gente no enfermó de preocupación pensado que nos habíamos abrasado.
Nunca he cambiado de opinión, pero esto me reafirma. Todo este proyecto iba muy ligado al momento en el cual el Software Libre y Línux como su gran defensor tenían fuerza aún, antes de estos días actuales donde, hasta que no lleguen los jugones, seguimos siendo La Resistencia. Ha seguido funcionando sin fallos todos estos años y ha aguantado en las peores circunstancias de los últimos años. Hay que seguir resistiendo y dando la batalla, y recordemos ser amables y no recordarle a algunos cómo se reían de esos proyectos.
Y permitidme lo siguiente, por favor. Una vez más a la brecha, amigos míos. Una vez más.
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